...Sus abrazos le alimentaban, pero su por qué nunca llego. El desengaño de aquel sábado y el no querer que cambiara, fue la certeza de aquellas dos lágrimas. Una por haberle regalado algo que nadie hizo, solo otra persona en una ocasión, más tarde le dejaría escapar de la mentira. La otra se arrancó con la ilusión que no le dejo tener, parecía indiferente. Retomo su dureza, esa que tenia en su barrio y cambio sus sueños por el día a día... la lluvia de estrellas ahora escuece, ellas no eran tan fugaces... Recordará cada 27 al cerrar la ventana por el frío, descubrió que lo tenía...