Madrid, 12 de enero 2004.

...y de repente me encontré solo, sabía que llegaría la hora, pero lo iba ignorando. Allí estaba de pie, en aquella boca de metro, mirando como se alejaba aquel coche, del que me había bajado hacia unos segundos. Cuando le perdí de vista quede inmóvil y una lágrima desembarcó de mi ojo derecho, dejándose ver, sin vergüenza. Según iba recorriendo mi cara sentía algo que todavía hoy no se como explicarlo.
La lágrima se oculto entre la ropa, pero la seguía sintiendo, era como si quisiera seguir recorriendo mi cuerpo, queriendo buscar, no se, una explicación, una salida, quizás otra lágrima que se alejaba y que había perdido de vista.
Después de estar un rato paralizado, sintiendo todavía esa lágrima ingente en mi cuerpo, un escalofrió me hizo reaccionar, empezando a caminar a la vez que volvía la cabeza. Mientras bajaba las escaleras de la boca del metro de Río Rosas volví la cabeza por última vez. Una mirada a la deriva, en busca de su destino……
Empecé a pensar mientras echaba a caminar, un quizás, un tal vez, a caso, a lo mejor, quien sabe si, pero… De ahí no sabia, no podía seguir o no quería, no quería pasarlo mal y hacerme de menos, mi pensamiento se nublaba y no me dejaba pensar. Tan solo me arranque aquella lágrima al saber que no lo vería más.
El amor es así, igual que llueve, sale el sol. A veces me parece que todo es irreal, que la vida va por dentro y dejando una sensación de que me han robado, nunca pensé que doliera así. Habrá que arañar e intentar descubrir un nuevo amanecer para no ser ese ladrón que busca entre las sábanas.

Aquella lágrima… fue un adiós.