Donde habita el olvido [1932-1933]

Como los Erizos, ya sabéis, los hombre un día sintieron su frío. Y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor. El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos.
¿Qué queda de las alegrías y penas del amor cuando éste desaparece? Nada, o peor que nada; queda el recuerdo de un olvido. Y menos mal cuando no lo punza la sombra de aquellas espinas; de aquellas espinas, ya sabeis.
Las siguientes páginas son el recuerdo de un olvido.
(Luís Cernuda)